Columna- Gobernando de la mano de la Dictadura Militar
Por: Eduardo Rivas (@EduardoRivas07)- Desde la Ley 1810, sancionada en la sala de sesiones de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata, a los cinco días del mes de marzo de mil ochocientos ochenta y seis durante el gobierno de Carlos Alfredo D’Amico, las leyes orgánicas de Municipalidades organizaron el funcionamiento de los gobiernos municipales en la Provincia de Buenos Aires.
Actualmente está vigente el Decreto Ley N° 6769, que desde el 1 de mayo de 1958, establece las reglas del juego de los municipios. Este texto sufrió numerosísimas reformas, la última a través de la Resolución 273/2024 del Ministerio de Gobierno provincial, dictada el 1 de junio de este año, que fueron ‘emparchando’ el texto sin que se haya podido realizar una nueva redacción acorde a los tiempos y las realidades actuales. La falta de un amplio consenso interpartidario impidió que tras cuarenta años de democracia pueda haber una ley acorde a los tiempos.
Hoy las nomas que rigen el funcionamiento de los municipios son referidas a otros Municipios de mediados del siglo pasado. Como muestra un dato. El censo de 1960 contabilizó menos de 50.000 habitantes en el Partido de Zárate, el último censo nacional ubicó el mismo valor en más de 130.000, amén de otra realidad socioeconómica, agrícola e industrial.
Es otro Zárate.
Sin embargo las reglas son las de entonces, con algunas modificaciones posteriores, por ejemplo la realizada por otra Dictadura Militar en 1979 a través del Decreto Ley 9448/79.
En relación a obras públicas el artículo 146 de la LOM fijado por esta norma dictatorial establece ‘El Departamento Ejecutivo podrá disponer aumentos o reducciones de ítems contratados o creación de nuevos ítems cuyo valor no exceda en conjunto el veinte (20) por ciento del monto total del contrato, los que serán obligatorios para el contratista.
También el Intendente podrá disponer, previo dictamen del organismo técnico municipal, trabajos que superen el porcentaje precedente y que resulten indispensables, urgentes o convenientes en una obra en curso de ejecución siempre que el importe de estos trabajos no exceda el cincuenta (50) por ciento del monto total contratado.
Los aumentos o reducciones se liquidarán aplicando los precios del contrato, sin reconocer lucros cesantes por las partes suprimidas.
Cuando el antedicho porcentaje no haya sido previsto en el presupuesto original, el Departamento Ejecutivo deberá financiarlo como crédito suplementario.
Terminada la obra y labrada la correspondiente acta de recepción definitiva, la ampliación o agregado que se estimen necesarios serán considerados obras nuevas y como tales quedarán sometidas al requisito de licitación según sus costos.’
No debemos perder de vista el contexto en el que se dictó esta norma, una época en donde la Dictadura Militar generó negociados económicos por doquier, y esta era una forma de ‘abrir el juego’ a los rangos menores, la misma lógica que se utilizó en la represión ilegal, involucrar a todos para que ninguno pueda ‘sacar los pies del plato’.
Hoy en día Marcelo Matzkin apela a esta norma para gobernar. Pese a que en su discurso de asunción afirmara que ‘el mejor honor que le podemos hacer a la democracia a 40 años del reinicio de la democracia’ era anular un Decreto basado en una norma de la Dictadura, hoy se sirve de ella. Hoy Marcelo Matzkin (y Natalia Blanco) está gobernando de la mano de la Dictadura Militar.
Lo contamos hace unos días, el 21 de agosto Marcelo Matzkin firmó el Decreto N° 629/24. En él, y basados en el artículo 146 de la LOM, Matzkin y Agostinelli mencionan ‘que es esencial la reparación de la infraestructura vial por lo que se promovió la Licitación Pública objeto de análisis la que está a punto de ser concluida. Señala también que la interrupción de las tareas traería aparejado costos indirectos ocultos y tiempos perdidos deteriorando aún más la estructura de rodamiento vial. Por último entiende que el monto designado resulta conveniente para ese tipo de obras en curso de ejecución y que la empresa las realiza cumpliendo con lo indicado por la Inspección de Obras, las reglas de arte y el pliego.’, por ello ‘La Secretaría de Obras, Mantenimiento y Servicios Públicos solicita la ampliación del monto de dicha Licitación por la suma de pesos trescientos veinticuatro millones cuarenta mil doscientos sesenta y dos ($324.040.262,-) en el marco de lo establecido en el artículo 146 del Decreto Ley 6769/58 Ley Orgánica de las Municipalidades, lo que implica una ampliación del cuarenta y ocho con treinta y siete por ciento (48,37%).’ Una precisión quirúrgica. Previsible si a las gallinas las debe cuidar el lobo.
¿Por qué no hicieron una licitación más grande? ¿Por qué no hacen una nueva licitación? Porque se caería el negoci(ad)o.
Pero Natalia Blanco fue por más.
Cuando ya no estaba al frente del Ejecutivo Municipal, el 24 de septiembre pasado, firmó el Decreto N° 708/24 en el que, por idénticos motivos que los del Decreto anterior, ‘la Secretaría de Obras, Mantenimiento y Servicios Públicos solicita la ampliación del monto de dicha Licitación por la suma de pesos ciento setenta y siete millones ciento cuarenta y tres mil trescientos treinta y cuatro ($ 177.143.334,-) en el marco de lo establecido en el artículo 146 del Decreto Ley 6769/58 Ley Orgánica de las Municipalidades, lo que implica una ampliación del cuarenta y nueve con noventa y ocho (49,98%)’. Hay que reconocerle a Blanco mayor capacidad de precisión que a Matzkin. Queda aún la posibilidad de mejorar 0,01 punto porcentual, si se esfuerzan lo lograrán, seguro tendrán alguna retribución por ello.
Dicen que la mejor forma de esconder algo es ponerlo a la vista de todos, y eso es lo que hace el Departamento Ejecutivo Municipal. Lo esconden mostrándolo. Porque son pocos los que leen, porque son poquísimos los que analizan, porque casi ninguno alza la voz.
Ningún concejal mencionó algo respecto a semejante proceder. ¿Sabrán de qué estamos hablando? ¿Y los partidos políticos? ¿Y las organizaciones sociales? Nadie dice nada. Todos callan.
¿Por qué? ¿A cambio de qué?
El Intendente Marcelo Matzkin suele decir que su único enemigo en la gestión es el tiempo, por realidades como esta queda en claro porqué.