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COLUMNA- Para Osvaldo la reelección…

POR: Eduardo Rivas- Por estos días se debate mucho acerca de la posibilidad de la modificación de la ley 14836, que en su artículo 1 estableció ‘Modifícase el artículo 3° del Decreto Ley N° 6769/58, “Ley Orgánica de las Municipalidades”, el que quedará redactado de la siguiente manera: “Artículo 3°. El Intendente y los Concejales serán elegidos directamente por el pueblo, durarán en sus funciones el término de cuatro (4) años y podrán ser reelectos por un nuevo período.

Si han sido reelectos no podrán ser elegidos en el mismo cargo, sino con intervalo de un período. El concejo se renovará por mitades cada dos (2) años” y en su artículo 7 que ‘El período de los Intendentes, Concejales, Consejeros Escolares, Diputados y Senadores a la entrada en vigencia de la presente Ley será considerado como primer período.’

Esto significa que el Intendente Municipal Osvaldo Cáffaro y varios concejales no puede presentarse a una nueva reelección, que en el caso de Cáffaro sería su cuarta reelección, en 2023.

La lógica utilizada en la ley en cuestión es similar a la que adoptaron los constituyentes de 1994 al permitir una única reelección del titular del ejecutivo nacional, y en el caso bonaerense se amplió a los legisladores también, y tomar el período que transcurría al momento de establecerse el limitante, como primer período, aunque con una sutil diferencia, mientras en 1994 se amplió derechos inexistentes hasta entonces, en 2016 se restringieron derechos adquiridos, puesto que los representantes a quienes se les limitaba la posibilidad a una reelección habían sido electos sin ese limitante.

Cierto es que en muchos casos, y Zárate es uno de ellos, las autoridades llevan numerosos años en sus puestos, pero no menos cierto es que fueron votados sucesivamente, entonces surge el interrogante si es necesario poner un límite a las relecciones, máxime aún cuando la política ejercida desde el gobierno en muchos casos termina por distorsionar la competencia electoral. Pero para evitar un problema, si se cree que las numerosas reelecciones lo son, deben atacarse las causas, no las consecuencias. Es decir, debemos evitar la utilización partidaria de la gestión de gobierno, la publicidad de los actos de gobierno como propaganda partidaria, el obligar a los empleados municipales a participar de los actos de campaña, la coerción para el financiamiento electoral partidario. Y que después sea la ciudadanía quien libremente elija quien cree que es el más y mejor capacitado para regir los destinos del Municipio.

Lo hemos dicho tiempo atrás, Cáffaro ha sido reelecto una y otra y otra vez por méritos propios, que sin duda los tiene, y deméritos ajenos, que también los hay. Y la forma de lograr un reemplazo al frente del Departamento Ejecutivo es invirtiendo esa ecuación, no a través de un limitante externo que lo único que garantiza es el cambio de nombres, pero no necesariamente el cambio de fuerza política o de prácticas de gobierno.

Una ley como la que hoy se cuestiona, y curiosamente entre quienes lo hacen están varios de quienes poco tiempo atrás la impulsaron con igual vehemencia, lo único que genera es licuar el poder de quien habiendo ganado la elección para seguir al frente del gobierno sabe, desde el mismo momento de su triunfo e incluso antes de haber reasumido, que su gestión tiene ‘fecha de vencimiento’.

Lo que hay que hacer es cumplir la ley, esta y todas. En este caso no se debe modificar para cumplir con el deseo de quienes no pueden ser reelectos y quisieran serlo, pero también se debe garantizar el cumplimiento del resto de las leyes para que la competencia sea leal, y entonces sea la ciudadanía quien defina quién gobierna.

En definitiva es una cuestión de cultura política, no de leyes. Tomemos el ejemplo de Santiago del Estero, que tiene también un sistema de única reelección. Gerardo Zamora asumió la Gobernación de la Provincia en 2005, y ejerció el cargo por dos períodos consecutivos. Imposibilitado de ser reelecto, en 2013 se presentó como candidato a Senador Nacional, y la Gobernación la ocupó su esposa, Claudia Ledesma Abdala, quien entre otras cosas mantuvo a todos los ministros del gobierno de su esposo.

Gerardo Zamora pasó a ser Senador de la Nación. Tras el período de gobierno de Ledesma Abdala, Zamora volvió a postularse y una vez más fue electo Gobernador de la Provincia, mientras que su esposa se postuló, y resultó electa, como Diputada Nacional, aunque renunció en medio de su mandato para ser electa como Senadora de la Nación.

Este ejemplo, que no es el único que se puede tomar, prueba que la ley que impide más de una reelección continua no garantiza la renovación de la política. La única forma de hacerlo es con la participación ciudadana, primero a través de los partidos políticos y luego en las elecciones.

En consecuencia, ¿Por qué los zarateños no podrían volver a elegir a Osvaldo Cáffaro si así lo desean? En mi opinión no hay motivo que lo impida, pero tiene que competir en igualdad de posibilidades que cualquier otro que quiera aspirar al cargo. Sin candidaturas muletto para dividir a la oposición, como la utilizada por Nuevo Zárate con Guillermo Sokol en las últimas elecciones, sin recaudación compulsiva de aportes entre los empleados municipales, sin candidaturas testimoniales que distorsionan la voluntad popular, como por ejemplo la de la concejala Lilian Burroni, en definitiva, sin fraudulentar el proceso democrático.

Después será la ciudadanía la que decida a quién mejor representa sus intereses para consagrarlo como Intendente del Municipio, y dotado de una mayoría circunstancial, procurará implementar sus propuestas de gobierno.

Personalmente creo que las prioridades de gobierno y las formas de gobernar de la Gestión Cáffaro no son buenas. No se puede privilegiar el circo por sobre el pan, la Costanera por sobre el agua o un polideportivo por sobre las cloacas. No creo que el Partido necesite un Zárate Chico, muy por el contrario creo que es necesario un Zárate cada vez más grande. No comparto las mentiras oficialistas ni el creer que ganar una elección te da derecho a hacer lo que se te ocurra, incluso violar la ley. No estoy de acuerdo con gobernar a escondidas y de espaldas a la gente escondiendo información y legislación que, por ley, debe ser pública.

No acuerdo en casi nada con el gobierno local y aporto, desde mi lugar, para intentar que las cosas se hagan de otra manera, que según mi opinión, es mejor. Pero ello no implica que crea que haya que ponerse límites a las relecciones.

Hay que generar una ciudadanía responsable y confiar en que esa ciudadanía elegirá lo que entiende es el mejor camino para la consecución de sus intereses. Y si el pensar mayoritario difiere del de uno, ocupar seriamente el lugar que la ciudadanía le otorgue.

Hay que generar funcionarios comprometidos que cumplan las leyes y no busquen sacar provecho personal de una realidad circunstancial.

El resto queda en manos de los vecinos que decidirán, aún a riesgo de equivocarse, quién guiará los destinos del Municpio.

No comparto que se modifique la ley para quienes fueron electos con estas reglas del juego, el haberse equivocado en una oportunidad no significa que haya que volver a equivocarse, por ello no concuerdo con que quienes hoy están imposibilitados de presentarse a la reelección en 2023 puedan hacerlo por un cambio legislativo o una interpretación judicial, pero estoy convencido que nadie mejor que la ciudadanía sabe quién quiere que los gobierne.

Así que borombombom, borombombom, para Osvaldo la reelección…